Integral…sí pero no. Ejemplo práctico

Hoy traemos un «mediopost» rápido y sencillito sobre productos que nos podemos encontrar en el supermercado y que nos hacen dudar sobre su composición e idoneidad: PALITOS DE PAN (o como le quiera llamar cada uno, porque a día de hoy he oído 20 denominaciones distintas 😛 ).

Sentando las bases de que se prefiere el consumo de pan integral a blanco (mayor cantidad de fibra y saciedad), la legislación actual no establece una cantidad mínima de harina integral dentro de los productos etiquetados como «integrales», incluso pudiendo no contener nada, realizándose con harina refinada, a la que se añade salvado para incrementar en contenido en fibra. Podéis consultar el BOE en este punto aquí.

No obstante, por fin esto va a cambiar y está en el horno una nueva normativa que va a regular la cantidad mínima de harina integral en un producto para que se pueda denominar como integral. A lo cual los nutris sólo podemos decir:

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Toda esta introducción para explicar ahora el día a día. Cuando compras un producto que parece integral y…oh ¡chorpresita!

Y vamos con el ejemplo práctico que nombrábamos en el primer párrafo:

 

En el primer vistazo, parece pan tostado integral. De hecho, así lo pone en la bolsa y al abrirlo…ese colorcillo…¡sólo puede ser integral!.

Pues demos la vuelta a la bolsa.

Lo primero que vamos a mirar es los INGREDIENTES, dónde tendría que poner: harina integral, ya que es un producto que se vende como tal.

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La imagen es un horror, pero trascribo lo que pone: harina de trigo, agua, salvado de trigo (10%), levadura y sal. Puede contener trazas de sésamo, leche y sus derivados (incluida lactosa), soja y sulfitos.

Es decir, ¡NO CONTIENE HARINA INTEGRAL!, si no que se le ha añadido salvado.

No obstante, para terminar, nos vamos a la INFORMACIÓN NUTRICIONAL:

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Al igual que con la foto anterior, podemos comprobar que no puedo ganar la vida de fotógrafa 😛

A parte de mis problemas con la tecnología, en la información nutricional podemos ver que la cantidad de fibra de este producto es de 8.3 gramos por cada 100 g de producto. Bastante superior al pan tostado blanco, como podemos ver en la siguiente imagen ( de la página de la BEDCA (Base de datos española de composición de alimentos), dónde el pan blanco tostado contiene 4.5 gramos de fibra por cada 100 g.

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¿Es por ello un pan integral? No. Es un pan blanco al que se le ha añadido salvado para incrementar su contenido en fibra y venderle como blanco.

¿Es mejor opción que un pan fresco integral? No. Siempre y cuando ese pan sea de verdad integral (elaborado con harina integral).

¿Es mejor opción que un pan fresco blanco? Pues aquí entran varios factores en juego, sobre todo, ¿cómo es el pan blanco que tomamos? ¿es de calidad? Sería necesario ver cada caso. 

¿Es una mala opción? En este caso, y sorprendentemente, no es mal producto. Los ingredientes son adecuados. Lo único que hay que reseñar es que la cantidad de sodio es un poquito más alta que en el pan fresco (650 mg, frente a los 800 mg de este producto). (No obstante, es necesario señalar que el contenido en sodio del pan, en general, es elevado #ojocuidao).

Como muchos productos, es necesario tener en cuenta las características de cada persona y su alimentación en global. Puede ser una buena opción a tener en casa o en el trabajo por si no se tiene pan fresco (de calidad) algún día, y puede ser una opción nefasta si estamos sustituyendo el consumo de fruta, por ejemplo, por el de este tipo de productos o no se tiene un control sobre la ingesta de este tipo de alimentos.

Como siempre, y a riesgo de ser pesada, ¡INDIVIDUALIZACIÓN! Que una alimentación sea correcta o no, no va a depender de un solo alimento.

Espero que os sea útil la entrada y que la próxima vez que compréis un producto etiquetado como integral, echéis un ojíviri a la parte de atrás 😉

 

Rocío Diago Ortega

Dietista – Nutricionista de DcienciaSalud