Al entrar la juventud en la vida con tan errónea orientación psicológica, la educación se conduce como si se enviara a una expedición polar a gente vestida con ropa de verano. Sigmund Freud 1929.
Una de las preguntas que más desasosiego causa entre los progenitores es cuándo nuestro hijo estará preparado para escuchar determinadas explicaciones. “A ver si se lo digo ya y parece que le estoy incitando a que haga algo”, “a ver si espero demasiado y nos da un disgusto el día menos pensado”. Pues bien, el mejor momento para hablar sobre ello es ahora. Al igual que nos preocupamos de su alimentación o de que descanse bien, este es otro tema más a tratar en casa ya que, en definitiva, estamos hablando de salud.
Un buen momento es aquel en el que el niño hace un comentario lleno de curiosidad al ver una película, o aparece un anuncio en televisión o incluso escuchando alguna canción. ¿Cuántas veces en ese momento hemos decidido “pasar” ya que es muy pronto? Por qué no probar a contestarle las dudas con naturalidad y adaptándonos a su lenguaje. Cuanto más informados estén, mejores decisiones serán capaces de tomar. Si se generan espacios donde ellos sientan la confianza para poder hablar sobre sexualidad, es más probable que llegado el momento actúen con mayor responsabilidad y prevención. Sentir que les hablamos de nuestra propia intimidad o la vergüenza que supone para mucha gente hablar de sexo, nos está quitando oportunidades de conectar con ellos en este ámbito.
La clave para saber cómo hablar con ellos es saber escuchar. Hablamos de sexualidad desde que nacen, mientras les cambiamos el pañal, cuando les vestimos…desde el momento en el que aparece el lenguaje se puede hablar con ellos sobre sexualidad. En la primera infancia, entre los 18 meses y los 3 años y siempre dependiendo del nivel de desarrollo del niño, ya hablamos de genitales. En este momento lo adecuado sería llamarlo por su nombre, ya que si no, parece que es una parte mala ya que es la única que llamamos diferente…aquí se habla de privacidad, de que sólo ellos puede tocar sus genitales o el médico o enfermera con el permiso de papá y mamá o éstos buscando la zona de donde viene el dolor. Dar naturalidad a su exploración para que no se sientan culpables, enseñándoles espacios donde puedan hacerlo de forma privada y cuidándose. En la niñez, guiar hacia la intimidad de tal modo que entiendan lo adecuado o no de ir desnudo por la casa. Cuando se vayan acercando a la pubertad, entre los 10-11 años, lo ideal es anticipar los cambios corporales que van a suceder en su cuerpo, con el fin de que se sientan informados, sepan lo que va a venir y lo afronten con mayor naturalidad. En el caso de los niños hablaremos de las poluciones nocturnas, del vello que irá creciendo,…en el caso de las niñas, de la menarquía y cambios a nivel físico como ensanchamiento de las caderas o el desarrollo del pecho. A partir de esta edad y sobre todo en los primeros años de la adolescencia la actividad sexual es inminente y por tanto puede ser adecuado hablar sobre anticonceptivos o enfermedades de transmisión sexual.
Una de las cosas que debemos tener presentes es que la responsabilidad de hablarles sobre ello recae únicamente en nosotros. No es conveniente dejar este papel solamente a otros agentes como internet, el colegio o los amigos. Sin duda esto es positivo porque les acerca al tema, vienen con más información e incluso con preguntas más concretas, pero es importante que perciban que desde casa nos interesa hablar sobre ello, no lo evitamos y sobre todo no van a ser juzgados. Otro aspecto importante es transmitir tranquilidad y seguridad con lo que estamos contando. No somos enciclopedias ni debemos exigirnos tanto. Si no sabemos cómo contestar alguna pregunta, podemos reflexionar sobre ello y volver al tema más adelante, sin obviar la pregunta. Con esto no se transmite ignorancia sino que pueden verlo incluso como un aprendizaje mutuo.
Si nos sentimos muy inseguros sin “ayudas externas”, nos podemos servir de materiales de apoyo, como el libro “No le cuentes cuentos”, de Carlos de la cruz y Mario de la Cruz para hablar de sexualidad con los más pequeños a partir de los 3 años.
Si hemos estado presentes en la vida de nuestros hijos desde que nacieron, llevamos mucho terreno ganado. Si por el contrario aparecemos para dar el sermón, no estarán tan disponibles para escucharnos.
¿Cómo os hubiera gustado que os hablasen vuestros padres sobre sexualidad? Con esta reflexión quiero terminar para animaros desde aquí a hablar con vuestros hijos, ¡el enriquecimiento será mutuo!
Rosana Gallegos Pascual
Psicóloga Infanto-Juvenil de DcienciaSalud